¿Necesito ser flexible para practicar yoga?: Por qué sí y por qué no
Un lamento heredado
La idea de que el yoga va mucho más allá de las posturas no es nueva. Por el contrario, es un anhelo que ha acongojado a cientos de maestros en India y que, tal vez a falta de capacidad física, a los practicantes contemporáneos en Occidente también nos aqueja. Pero nuevamente: la idea de que las asanas (o posturas de yoga) son una parte ínfima del yoga no es ninguna novedad.
Incluso a finales del siglo XIX, el maestro Krishnamacharya —quien desarrolló el Vinyasa, el estilo indiscutiblemente más practicado en la actualidad— se lamentaba sobre que el yoga había perdido su valor original: “Hoy en día, la práctica de yoga se detiene en las asanas [o posturas],” le decía a sus alumnos en su escuela, al sur de India. “Pocos intentan meditar con seriedad.”
Este lamento vino décadas antes de que la práctica de yoga se estableciera en Occidente, documenta la revista Yoga Journal. Enseñando posturas desde su salón —en el que sólo cabía una persona por clase—, este maestro asceta ya sentía una incomodidad sobre cómo se estaba transmitiendo la filosofía del yoga a las nuevas generaciones de practicantes.
Krishnamacharya con Instagram
Me parece que, si Krishnamacharya se hubiera abierto una cuenta de Instagram, posiblemente no encontraría indicios de yoga en las cuentas de los estudios contemporáneos más famosos, ni de los influencers más reconocidos en la industria actual. Más aún porque, según su alumno directo A. G. Mohan, el maestro siempre fue un nostálgico melancólico.
Y no era para menos: aunque, por los registros fotográficos que se conservan de su práctica física, era evidente que tenía una capacidad física poco común, Krishnamacharya rara vez demostraba las asanas. En los años que Mohan pasó como su discípulo en Mysore, sólo un par de veces vio a su maestro entrar a una postura: con dictarla le bastaba para enseñar. Quizás es una cuestión india: mis propios maestros, en Arhanta Yoga Ashrams, tampoco demostraban las posturas ellos mismos. Nos tenían a nosotras para que las marcáramos, y después nos corregían.
Aunque mis maestros sí tienen Instagram, y viven de su negocio promoviéndose en redes sociales, no los imagino subiendo videos entrando a contorsiones. Ellos también, Ram y Omkar, comparten esta “tristeza por el declive de las prácticas antiguas y la auténtica dedicación a las prácticas más profundas del yoga”, como escribió Mohan sobre su propio maestro en la década de los 80.
Las posturas que aprendí en el Arhanta Yoga Open Class, que es la secuencia que diseñaron mis maestros siguiendo la tradición Sivananda, no son complejas. La idea es diferente a la que se tiene en estilos contemporáneos, como Dharma o Rocket Yoga, en los que el enfoque está exclusivamente en alcanzar posturas retadoras —o “avanzadas”, como sus diseñadores las llaman. Por el contrario, el enfoque está en perfeccionar las bases para percibir un progreso estable, sin lesiones y sin prisas. Y en la medida de lo posible, sin ego.
¿Es necesario ser flexible para practicar yoga? — Tal vez, sí
Sí, es cierto. Algunas posturas de yoga requieren un nivel de flexibilidad que ni practicantes con más de 15 años de trayectoria —como yo misma— nunca vamos a alcanzar. Y sí, también se cierto que algunas posturas se ven “más bonitas” en cuerpos con hipermovilidad. Es decir, que tienen un rango de movilidad más amplio que el normal, que les permite poner los pies atrás de la cabeza.
Todo eso es cierto. Pero si la intención es hacer figuras estéticas con el cuerpo y piruetas, ¿por qué no probar gimnasia artística, o prácticas circenses? Los atletas que se dedican a este tipo de disciplinas vaya que se basan en la belleza para desempeñar sus actividades —y honestamente, les salen mejor que a quienes hacemos yoga. En Fitpass, hay muchas escuelas afiliadas de gimnasia y circo con horarios abiertos para todos los niveles.
Y aún así, aunque comparto la idea de Krishnamacharya de que “es necesario volver a buscar y restablecer la práctica y el valor del yoga en los tiempos contemporáneos”, me parece que es fundamentalmente necesario ser flexible para practicar yoga. No a un nivel físico, por supuesto. Se trata de la capacidad mental de moverse de lugar: sin acallar los pensamientos o estímulos incómodos, el yoga busca flexibilizar la manera en la que lidiamos con estas sensaciones molestas.
Visto así, las posturas complejísimas de equilibrios e inversiones que proponen otros estilos de yoga no son “avanzadas”. Por el contrario, se fincan en la capacidad física de las personas en el momento presente. Y más aún, este tipo de prácticas posturo-céntricas soslayan el hecho de que el cuerpo humano es finito, perecedero y limitado. Quizás, bajo este análisis solamente, quienes pretenden llamar “práctica de asanas” a las contorsiones, siguen en un nivel muy elemental de la práctica de yoga más amplia.
Así que sí: la práctica real de yoga requiere de flexibilidad. Pero no la flex que se ve en Instagram, pensada para vender cursos y sostener el bienestar financiero de los estudios contemporáneos. Por el contrario, la flexibilidad real en el yoga es la que no se ve con los ojos: ésa que se deriva, más bien, del desapego.
Acerca de Fitpass
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Por: Andrea Fischer
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Andrea Fischer realizó su certificación de 200h en la sede holandesa Arhanta Yoga Ashrams. Con más de 10 años de práctica personal, fundó Bodai Yoga (@bodaiyoga): un estudio boutique en la CDMX, en enero de 2022. Desde entonces, el espacio es partner de Fitpass. Ha sido editora de National Geographic en Español, Muy Interesante México, y colabora para distintos medios globales.